lunes, 10 de diciembre de 2012

El tren de las vidas

Lo que yo viví a pocos suele pasarles, sin embargo, por experiencia propia sé que es verdad o por lo menos, en mi infantil mente en aquellos años todo me pareció haberlo vivido en carne propia....



Pasó que, como niño al fin, por no sé que problema que no recuerdo ya y por el que fui reprendido severamente a los ojos de un niño, quise y deseé con todas mis fuerzas no volver a vivir aquella, según mi punto de vista, desdichada vida.

Pasó entonces que dieron las 12 en el reloj de la cocina, escuché como un tren rechinaba sus ruedas al frenar en mi sala... ¿en mi sala? debo estar soñando. Bajé rápidamente por las escaleras y ante mí una silla de cuero esperaba por que me sentara sobre ella, sin pensar y casi sin voluntad lo hice y en un abrir y cerrar de ojos me encontré dentro de una cabina de tren repleta de hombres y mujeres muy extraños.

Me sorprendía aquella cantidad de personas vestidas de todas formas y entre las que una neblina fría se paseaba sin perturbarlos, de la nada, apareció un enano irlandés algo ebrio y maloliente que me miró fijamente y me dijo:

- Sois nuevo en mi tren verdad muchacho-

Asentí con miedo y sin saber si debía o no responderle.

- ¿Has venido a encontrarle otro cuerpo a tu alma no es cierto muchacho?

Continué en mi asiento mudo y sorprendido sin saber qué ocurría.

- ¿Sabes que estás en un tren de almas muchacho? La tuya pidió un cambio y eso he venido a darle.

Y así sin más el tren comenzó a andar y yo no pude más que temblar del susto mientras las demás almas reían y disfrutaban del paseo. De pronto el tren se detuvo de un golpe y al abrir los ojos me encontré siendo un hombre alto, fornido y uniformado.

No podía podía creer lo que vi, al entrar a una taberna y ver en mi rostro a un hombre agotado, vestido de militar, algo hediondo y ebrio. Entré a la taberna de mala muerte donde pedí al cantinero una cerveza, corría el año 1940 si no me equivoco, y yo al parecer era un viejo soldado agotado y con problemas de alcoholismo.

El enano irlandés se sentó a mi lado y me preguntó - ¿Qué opinas de esta vida? no es mucho lo que tiene pero sois adulto y no necesitas que nadie te diga qué no hacer..... y una risa chillona salió de él mientras yo lloraba internamente y suplicaba salir de allí.

El cuerpo que ahora al parecer era mío, sólo se digno a levantar a duras penas la cerveza y beberla mientras yo luchaba e imploraba perdón, me arrepentí una y mil veces de haber pedido lo que pedí, fui un niño mal agradecido lo sé ahora que estoy aquí.....

El enano se encogió de hombros y sólo me dijo -ahora esto.... es problema tuyo, yo te dí lo que buscabas, una nueva vida- y así como si nada desapareció de mi vista.

Angustiado hice lo que pude para levantarme, por fin las lágrimas comenzaron a brotar de aquellos ojos extraños, salí de la taberna y caminé sin rumbo por vías llenas de lodo, estaba en un pueblo pero ¿cuál? Caminé al rededor de una hora y llegué aun puente, no pude pensar en otra cosa que liberarme de aquel cuerpo, subí al borde y sin pensarlo dos veces cerré los ojos y me dejé caer.

Pensé que después de allí nada me quedaba, quizás Dios me perdonaría, quién sabe... de pronto sentí un golpe seco, aguardé unos minutos para abrir de nuevo los ojos y me vi de nuevo en mi habitación, había caído de mi cama y del tren o del enano irlandés no había rastro.

Era yo, era yo de nuevo, gracias a Dios......

Nunca más volví a ver al tren, nunca más volví a pensar que mi vida no servía..... nunca más volví a subirme al tren de almas..... Hasta el día de hoy, que soy ya viejo, nunca comprendí lo que pasó, pero sí estoy seguro de que ocurrió.

Fin.

Licencia Creative Commons
El tren de almas por Alejandra Teran se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

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