jueves, 18 de octubre de 2012

Crónica de un Vampiro

A diferencia de lo que muchos piensan hoy en día, no, los vampiros no podemos enamorarnos, pero si obsesionarnos con lo que no tenemos, calor, sangre... Como un ser humano que alguna vez fuimos aún sufrimos con los 7 pecados, aunque no tenemos órganos vivos, nuestra conciencia permanece intacta.

Fue hace mucho años cuando la encontré, me aburría terriblemente viviendo en el mismo lugar por décadas así que decidí recorrer el mundo, como un simple mortal empaqué maletas que no necesitaba para pasar desapercibido y conocer las maravillas que mi naturaleza me ha permitido detallar con el paso de los años.



Pasaba pues por África, caminaba una noche entre las extensas llanuras cuando detecté su aroma y no pude resistirme. Cuando la vi era a penas una niña en un mísero pueblo de chozas de paja, una pequeña niña de piel negra y gruesa, cabello aún mas negro y unos impresionantes ojos marrones.

Su fragilidad inspiró algo de lástima en mí, pero mi deseo por su pulso era aún mayor, estuve a punto de atacar, dormía plácidamente y mi presencia era casi imperceptible. Mi nariz toco su cuello, sentí mi cuerpo vibrar como hace muchos años no lo hacía, me sentí vivo de nuevo,mi nivel de éxtasis era inexplicable.

Mi avaricia pudo más que yo, pensé en lo mucho que podría yo tener si esperaba, si la dejaba con vida por unos años, entre mayor fuera su cuerpo mucha más sangre tendría para mí, por ahora era solo un bocadito , en unos años sería un banquete.

Así pues esperé pacientemente, pero para mi desgracia, mi anhelado deseo no se hizo realidad, admito mi torpeza al no entender las costumbres y culturas de otros lugares, al no saber que mi niña no llegaría a ser adulta, no llegaría más allá de los doce años.

La noche en la que los cumplió, su madre la vistió y preparó para ser ofrecida a sus dioses, aparentemente la sequía, que me tenía sin cuidado, estaba matando a la población. La pequeña ya lista, con su carita seria y decidida se acostó sobre una mesa de madera adornada para ella.

La llenaron de flores y cantaron algunas alabanzas, yo sólo veía, desde un rincón seguro, cómo latía su yugular sin entender nada de lo que pasaba en esa escena. De pronto, todos guardaron silencio, sus familiares más cercanos la rodearon y comenzó lo que para mí y sé que para ella también fue una pesadilla.

Con afilados cuchillos y punzones atacaron a mi niña, la desangraron ante mis ojos y una sensación de desespero lleno mi cabeza, no podía más que mirar como su sangre salía gota a gota por los agujeros y ella moría sin remedio.

Me contuve lo más que pude, esperé hasta el final, vi como su madre la limpiaba y la envolvía en tiras de sábana como los egipcios, la metieron dentro de un ataúd de madera sencillo y fue llevada hasta el borde de un precipicio en el que un altar hecho con un tronco sin forma esperaba su féretro.

Para mí eso fue amor, no a lo que era en sí, sino a lo que ella era para mí. Pude haberla matado yo mismo o por la misma necesidad de no saberla agotada pude haberla dejado vivir hasta su último aliento y allí justo allí tomar su vida sin remordimiento. Pero, ya está muerta, ya su sangre no sirve, ya es impura, como un buen vino que derramas en el piso, ya no tiene sentido.

Me olvidé de ella pero no del vacío que se instaló en mí, por primera vez en años me sentí solo, abandonado, triste......

Años más tarde, ya instalado en una ciudad y asqueado con toda la moda de los "vampiros que se enamoran" volví a acordarme de ella, decidí volver y saber qué había pasado con lo que aún quedaba de la niña. En lo que llegué ya todo era diferente, ya no habían chozas de paja, habían casas..... bien construidas, calles y autos.

En donde estaba su pobre choza ahora había una casa de ladrillos, con un niño mocoso que lloraba no sé por cuál razón y una madre obstinada que continuaba gritándole. La mujer no pudo más y tomo al niño en brazos lo llevó con rapidez hasta una especie de cueva hecha con troncos, intrigado los seguí y ahí fue que la vi.

El precipicio seguía allí y por supuesto el pequeño ataúd también, al parecer como castigo la mujer hizo que el niño se sentara bajo la escalofriante tumba a la que el niño parecía tenerle pavor, llorando y sin poder más se levanto con fuerza y el golpe que dio su cabeza contra la tumba la hizo tambalear y finalmente caer.

Vi en cámara lenta como caía al fondo del precipicio, escuché como golpeo el fondo y cuando finalmente me atreví a mirar, pude ver que de ella..... de mi niña..... no quedaba más que harapos, polvo y maderas rotas.

Fin.
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Crónica de un Vampiro por Alejandra Teran se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

1 comentario:

  1. Muy buena historia!!! Por completo diferente y original :D Saludos de Crazy Mistik.

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