viernes, 30 de agosto de 2013

La visita

Cuando eres un pequeño, al que el don de la palabra aún no ha corrompido el pensamiento, tienes la habilidad de sentir, pensar e incluso ver más allá de lo que la mente humana puede percibir una vez desarrollada, algo tiene que ver con aquello del tercer ojo y los secretos del universo...


Así pues una tarde, vestía zapaticos negros de charol, medias hasta el muslo color blanco y un grueso abrigo color gris; me alzaron y me bajaron del taxi, quedé allí parada esperando callada mientras la dama hermosa que venía conmigo hablaba con el conductor.

Me vi reflejada en la vitrina de la tienda cerrada frente a mi, baje la mirada y vi mis pequeños pies, el abrigo y su textura. Terminé levantando la mirada al cielo y pude ver unos aviones atravesar el cielo nublado y finalmente la hermosa mujer me dijo: Vamos hija, toma mi mano, vamos vamos....

Subí con dificultad tomada de la mano de aquella señora, de traje beige y sombrerito rojo que cubría un lindo cabello dorado y unos guantes que combinaban tomaban con fuerza mi pequeño brazo, supuse que era mi madre pues al verme en la vitrina noté que tenía el mismo color de cabello y el dejo de su deslumbrante sonrisa.

Ya tenía un año de edad y pronto dejaría el mundo astral para entrar por fin el el terrenal y olvidar todo lo que sabía, está escrito así; tu primera palabra en este mundo equivale a la muerte de tu último pensamiento universal, estaba clara de eso.... y preparada para afrontarlo, el problema era, que no sabía exactamente cómo pasaría aquello.

Al finalizar las escaleras, entramos en un pasillo largo, lo recorrí tomada de manos con la linda dama mientras un montón de enfermeras llevaban ancianos de un lado a otro, las paredes eran blancas y el piso de madera, habían cuadros con marcos negros y al final del pasillo, de poca luz y algo concurrido, estaba ella.

Entramos con cuidado, la luz lastimó mis ojos pero pronto pude ver a la anciana mujer que yacía en la cama de hospital, unos tubos en su nariz la ayudaban a respirar y su cara me recibió con una enorme sonrisa.... La hermosa mujer comenzó a hablar con ella y ahí fue que lo supe.

Estábamos en Viena y la guerra estaba pronta a explotar y todo aquello que sabía lastimosamente estaba por escapar de mí, comprendí que al irse la anciana se llevaba con ella mi llave del universo. Mientras yo lo perdía ella volvía a ganarlo.

La hermosa dama me miró y con un tono de voz muy dulce me animó a saludar a la vieja abuela, no quería, sabía que al intentarlo... ella se iría y con ella se llevaría mi llave hacia el conocimiento... lo olvidaría todo, luego pude ver lo que pasaría, que la guerra no sería fácil y que muchos sufrirían, pude ver la destrucción y pude ver el hambre, luego logre ver a la hermosa señora.... y pude verme a mi.

Entendí que aquella guerra  no sería y que a pesar de todo.... volveríamos a estar bien, así que decidí hablar. En ese preciso segundo entre escuchar mi voz por primera vez, perder el universo y la anciana ganarlo, por alguna extraña razón, me sentí feliz.

Fin.
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La Bruja por Alejandra Teran se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

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